Bucles virtuosos
En el artículo anterior vimos que la filosofía experimental del lenguaje, una disciplina más bien cuantitativa, podía tener elementos cualitativos / subjetivos, sobre todo si su metodología era el uso de cuestionarios. Además, sugerimos una posible solución a este problema: adoptar como metodología la lingüística de corpus.
La lingüística de corpus es una metodología con la que podemos estudiar ciertas características de las lenguas, comprobar de manera cuantitativa qué teorías acerca de dichas lenguas son correctas, o probar hipótesis específicas sobre fenómenos lingüísticos determinados. Por ejemplo, si buscamos en el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) (160 millones de formas) la palabra “causar”, podemos ver que de sus 1952 casos, 474 pertenecen a la salud, 446 a la política, 259 a la ciencia, 218 a la vida cotidiana, 208 a las ciencias sociales, 165 a la ficción, 103 a las artes, 52 al discurso oral y 27 a miscelánea. Sin embargo, podemos obtener resultados más interesantes si afinamos más nuestro análisis, por ejemplo buscando las concordancias de la palabra, es decir, las palabras que suelen aparecer al lado de ella con más frecuencia. Simplemente con un rápido vistazo a las concordancias puede apreciarse que el verbo “causar” suele ir acompañado de palabras que tienen un valor negativo: “alarma”, “asfixia”, “caída”, “conflicto”, “contaminación”, “daño”, “debilidad”, “déficit”, “desasosiego”, “descomposición”, “destrucción”, “dolor”, “enfermedad”, “estragos”, “hemorragia”, “heridos”, “inconvenientes”, “infecciones”, “inflación”, “interferencias”, “irritaciones”, “lesiones”, “malestar”, “miedo”, “miseria”, “molestias”, “muerte”, “pena”, “pérdida”, “perturbación”, “problemas”, “rabia”, “ruptura”, “susto”, “trastorno” o “víctimas”.
Como se ha comentado, la lingüística de corpus puede solucionar algunas de las deficiencias de la filosofía experimental del lenguaje, concretamente, por dos razones:
A diferencia de los cuestionarios, los análisis de la lingüística de corpus no se basan en las intuiciones de nadie, sino en cálculos sobre un corpus de textos compuesto por usos reales de hablantes. En el ejemplo anterior, podemos concluir cierta tesis, que aunque el significado de la palabra “causar” está relacionado solo con causas y efectos, en el uso normal suele tener una connotación negativa, no a partir de un cuestionario ideado y elaborado por nosotros, sino simplemente analizando 1952 casos reales.
El número de casos considerados es significativamente mucho mayor. En el caso de los cuestionarios, los resultados se basaban, con suerte, en unos cientos de casos. En el caso de la lingüística de corpus, los resultados se basan en un número simplemente gigantesco. Sirva como prueba de ello el ejemplo anterior, o el tamaño de algunos de los corpus gratuitos que pueden usarse: el Corpus Diacrónico del Español (CORDE) con 250 millones de registros, el British National Corpus (BNC) con más de 100 millones de palabras, o el Corpus of Contemporary English (COCA) con 560 millones de palabras.
Por lo tanto, ¿puede decirse que la lingüística de corpus es la solución definitiva para que la filosofía experimental del lenguaje alcance esa tan deseada objetividad? Sí y no. Sí, por la razones arriba expuestas, y no, por las razones que daré a continuación. En el poco tiempo que llevo aplicando la lingüística de corpus a fenómenos estudiados en filosofía del lenguaje me he dado cuenta de que tanto los enfoques cuantitativos como los cualitativos son necesarios.
Muchas veces los análisis cuantitativos simplemente sirven para confirmar lo que ya sabíamos o suponíamos antes de llevar a cabo dichos análisis. Rigurosidad y replicabilidad para unos, pérdida de tiempo para otros. Además, y de manera más importante, la interacción entre los dos métodos es totalmente beneficiosa. En muchas ocasiones produce lo que me gusta llamar ‘bucles virtuosos’. Empiezas con una o más hipótesis previas (cualitativo), para probarlas o refutarlas usas análisis de datos (cuantitativo), y en el puro análisis de datos ves ciertos rasgos o ciertas correlaciones que hacen surgir nuevas hipótesis (cuantitativo y cualitativo). Esta parte del proceso es cuantitativa porque la hipótesis se origina a partir del análisis de datos, y cualitativa porque las correlaciones o rasgos que son relevantes para proponer la nueva hipótesis suelen partir de la intuición o del ojo de quien manipula los datos. Finalmente, para probar esta nueva hipótesis podemos hacer nuevos análisis cuantitativos, que pueden llevar a nuevas hipótesis, y así sucesivamente, formando un bucle que puede repetirse varias veces.
Como conclusión, solo me gustaría remarcar que en muchas ocasiones lo que vemos como elementos o métodos contradictorios son en realidad elementos o métodos perfectamente compatibles, a veces incluso complementarios. Una investigaci cuantitivos pero no con ecesarios veces incluso complementarios.tividad. lanteamientos muchasinvestigaciones. os potencialventaón que cuente solo con métodos cualitativos será parcial; una investigación que cuente solo con métodos cuantitativos será ciega.