22
Feb
Off

Evento Exclusivo

Y la notificación llegó. Era oficial. Era uno de los ganadores del concurso. El premio, una invitación para un evento exclusivo. Eso era todo lo que sabía.

Decido ir al evento con otro de los ganadores, un amigo mío. Llegamos al sitio indicado y en la puerta de acceso hay un guarda de seguridad. Le decimos que somos ganadores del concurso y nos deja entrar. Es un edificio antiguo, parece algo institucional, como un edificio de Hacienda o de una delegación ministerial. Avanzamos por un pasillo y llegamos a un ascensor muy antiguo, de puro hierro forjado, de esos ascensores que permiten ver por el hueco todas sus entrañas. Abrimos la puerta para entrar, pero tenemos que agacharnos. El techo del ascensor es extrañamente bajo, como de un metro de alto. Dentro hay un señor, sentado en un escritorio.

-¿Son los ganadores del concurso? -nos pregunta.

-Sí -le contestamos.

Sin mediar palabra empieza a anotar algo en un cuaderno. Nos miramos sin comprender muy bien nada de lo que está pasando, justo cuando el ascensor arranca con un golpe brusco. El ascensor tiene ya sus años porque chirría de mala manera y asciende muy muy lentamente. Espero que no vayamos muy arriba porque voy a acabar con un dolor de espalda horrible.

De repente, el hombre se levanta, alinea la silla con la mesa, y da unos pasos. En ese momento podemos observar que el hombre es muy bajo, pero igualmente tiene que agacharse dentro del ascensor, eso sí, mucho menos que nosotros.

-¿No es muy bajo el techo de este ascensor? -le pregunto.

-A mí no me lo parece, -contesta él.

Cansado de estar haciendo prácticamente un ángulo recto, me pongo en cuclillas y pienso que así se está mucho mejor.

Por fin llegamos a la planta en la que se celebra el evento, salimos del ascensor y podemos ver a otros ganadores y ganadoras pululando por el recinto. Es un salón de actos enorme con varias salas aledañas. Empiezo a inspeccionar la zona. Entro en una de las salas de la izquierda y veo que lo único que hay en ella son varias sillas. Pero nada más. Inspecciono otras salas y no hay nada especialmente significativo en ninguna de ellas. Algunas están completamente vacías, otras tienen sillas u otro tipo de mobiliario, pero ni rastro alguno de la celebración del evento. Me reúno con mi amigo que ha estado inspeccionando el otro ala y me dice que ha visto lo mismo. Salas semivacías sin nada especialmente relevante en ellas. El resto de personas, a juzgar por su continuo y errático deambular, parecen tan perdidas como nosotros.

-Esto es muy extraño -le comento a mi amigo-. Nos citan en este sitio, y es obvio que es aquí porque todos los ganadores parecen estar aquí ya. Además, esto obviamente es un salón de celebraciones, pero no hay rastro alguno del evento ni de los organizadores.

-Sí que es raro sí -contesta mi amigo-. Nos debemos de estar perdiendo algo.

Nos quedamos pensando un rato. Acto seguido, razonamos de manera conjunta, continuando uno el razonamiento del otro.

-El evento tiene que ser aquí -digo yo.

-Pero tiene que ser en otro sitio, no hay nada en ninguna sala -dice él.

-Es decir, ¿tiene que ser aquí, pero al mismo tiempo no ser aquí? -nos preguntamos.

-Entonces, ¡tiene que ser un evento de realidad virtual! -gritamos los dos al unísono.

Sin embargo, no hay gafas de realidad virtual ni nada parecido en los alrededores ni en ninguna de las salas. Entonces, ¿cómo se supone que va a empezar el evento? Volvemos a la primera sala a la que he entrado. Sin embargo, al no entrar solo esta vez, notamos algo extraño. Notamos como si algo se iniciara pero de repente se parara, como cuando intentas arrancar un coche frío en invierno y, después de intentarlo unas cuantas veces, piensas que está a punto de arrancar pero acaba apagándose.

-¿Lo has notado? -le pregunto a mi amigo.

-Sí, ¿tú también? -contesta.

-Sí, -le digo-. Parece que el número de personas es importante.

Después de un rato pensando llegamos a la conclusión de que necesitamos más personas para que el evento dé comienzo. Si dos personas no han sido suficiente, debemos entrar más a la vez a la misma sala. O quizá a una sala distinta, no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que al entrar varias personas, quizá todas las personas que han ganado el concurso, algo sucederá.

Me aproximo a uno de los ganadores que está sentado en unas gradas y le explico lo que hemos sentido al entrar en la sala. Al principio me mira sorprendido, pero conforme nos explicamos su semblante empieza a cambiar.

-Es extraño, pero tiene sentido -dice.

-¿Cuántas personas estamos? -pregunto.

-Creo que dijeron que éramos veinte ganadores -contesta él-. En ese momento lo veo claro. El plan está listo.

-Ya está -digo-. Lo mejor que podemos hacer es dividirnos en dos grupos de diez personas e ir probando a entrar en distintas salas. Si no pasa nada siempre podemos ir variando el número. Nos levantamos y nos aproximamos al resto para contarles el plan. El evento, casi con toda seguridad, está por comenzar.

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