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Jul
Off

Terremoto en la ciudad

Se mueve sigilosamente dentro de la tienda, de puntillas, para hacer el menor ruido posible. No parece que haya nadie, pero prefiere ser cauteloso. La tienda está a oscuras, pero puede orientarse lo suficiente para saber que el mostrador está al fondo. De repente, oye un ruido. Lo han descubierto. “Deben ser los dueños”, piensa. Un hombre y una mujer aparecen. Todo se ilumina de repente. Corre hacia el mostrador y lo salta; allí descubre un hueco en el suelo por el que se cuela sin dudarlo. Después de gatear unos metros, accede a unas enormes escaleras que ascienden. En la huida puede darse cuenta de que hay muchas grietas en la misma estructura del edificio. Piensa: “Las secuelas del terremoto, sin duda. Esperemos que no haya réplicas, porque el edificio no aguantará”.

Empieza a ascender por la escalera. La mujer le persigue, incansablemente. Suben por las escaleras, un piso, otro piso, otro más. La mujer no ceja en su empeño y, de hecho, cada vez se le acerca más. “Tengo que hacer algo”, piensa. “¿Y si la empujo por el hueco de la escalera? Con lo dañada que está la estructura del edificio seguro que cae hasta el fondo”. De repente se para, espera a la señora y la empuja. La mujer lucha para no perder el equilibrio, pero se precipita por el hueco de la escalera. Tal como había predicho, la mujer choca con la estructura del piso inferior pero no se para, sino que la rompe y cae al piso siguiente, rompiendo a su vez la estructura de ese piso y volviendo a caerse, así piso tras piso, rebotando como una pelota en un juego de pinball.

Mientras tanto, en otro sitio de la ciudad…

La joven pareja y él habían llegado a la casa después de la huida. Era una casa enorme, lujosa, con todo tipo de comodidades, pero totalmente vacía y a oscuras. Ellos estaban muy cansados, así que estaban durmiendo en una habitación. Sin embargo, él no está cansado, así que decide darse una vuelta por la casa. De repente, la tierra empieza a temblar. “Un terremoto”, dice en alto. “Tengo que encontrar una ventana que dé a otro edificio para así poder saltar”.

Se encuentra en un pasillo, de unos cuatro metros de ancho, muy largo, con muchas puertas a derecha e izquierda. Entra en una habitación de la izquierda, casi completamente a oscuras; va hasta el fondo de la habitación, a tientas encuentra la ventana y sube la persiana. La luz entra de golpe y le ciega por un momento. Mira, pero nada, la ventana da a una calle enorme; el edificio más cercano está a muchos metros de distancia. “Esta ventana no sirve. Habrá que buscar otra”.

Vuelve al pasillo y entra a una habitación del otro lado. En esta habitación hay algo más de luz. Es un salón enorme, lujosamente decorado. Al final parece intuirse lo que podría ser una terraza. “Eso servirá”. No se equivocaba, al final del salón hay una puerta blanca que da a una enorme terraza. Cuando se dispone a salir, ve que en la terraza hay un puma. Es un puma famélico, que es más piel que otra cosa, pero que, a fin de cuentas, es un puma. Se para de inmediato en cuanto lo ve y, muy despacio, retrocede esperando que el puma no lo haya visto. Tarde. El puma le mira y emite un extraño sonido.

Se da la vuelta y empieza a correr; el puma le persigue. Atraviesa la puerta de la habitación y llega al pasillo. Mira hacia atrás y ve que el puma está justo detrás de él. Tropieza y cae al suelo. Se da la vuelta, atemorizado. El puma avanza poco a poco, casi disfrutando el momento. Lo tiene acorralado. Él retrocede lentamente, arrastrándose por el suelo. Al volver la mirada para ver dónde está la pared, ve que hay una escopeta en el suelo, junto con otro objeto. No sabe si le dará tiempo a coger la escopeta antes de que le alcance el puma. Debería haber saltado ya sobre él, pero no lo ha hecho. En vez de eso, el puma hace extraños movimientos, como pequeños saltos a derecha e izquierda. Es como si estuviera jugando con él, como si se estuviera divirtiendo. Esto le permite alcanzar la escopeta. La coge, apunta a la cabeza del puma y dispara, pero no ocurre nada. “La escopeta no funciona”, piensa. El puma le mira con una cara grotesca, como si le estuviera haciendo una mueca burlona. Vuelve a apretar el gatillo, no pasa nada. Sin embargo, esta vez se da cuenta de que es una cuestión de mantener apretado el gatillo más que de apretarlo una sola vez, así que lo vuelve a apretar sin soltarlo. Ahora nota como algo empieza a cargarse en el arma, un pequeño temblor, casi imperceptible, empieza a notarse en la escopeta. Apunta a la cabeza del puma, pero este empieza a mover la cabeza de lado a lado, haciendo una mueca burlona con cada movimiento. Intenta seguir el movimiento del puma con el cañón. “La escopeta puede acabar de cargar en cualquier momento; más vale que cuando eso suceda le esté apuntando a la cabeza”, se dice. El temblor de la escopeta llega a su máximo, pero la escopeta no dispara y el tremor se disipa. Decide usar la escopeta de otra manera. La coge por los cañones y golpea con la culata de madera al puma en la cabeza. El puma recibe el golpe y cae noqueado al suelo. Lo golpea muchas veces, hasta estar más que seguro de que no puede estar vivo.

Después de matar al puma, se dirige hacia la habitación que está al final del pasillo. Es una biblioteca, con enormes estanterías llenas de libros. En la habitación hay muy poca luz, pero él sabe dónde está la caja fuerte. Se dirige hacia ella. Se ilumina con la luz que proyecta la pantalla de su teléfono móvil y empieza a girar la ruleta para introducir la contraseña.

[Pensamiento externo: ¿Cómo puede meter la contraseña si no ve lo suficiente? No debería saber qué número está seleccionando al girar la ruleta]

Gira la ruleta hacia la izquierda. Clic. Luego hacia la derecha. Clic. Una vez más hacia la izquierda. Clic. La caja fuerte se abre. Ilumina el interior con la linterna del móvil en vez de con la pantalla.

[Pensamiento externo: Eso sí. Así se ve mucho mejor]

En el interior de la caja fuerte hay dos fajos de billetes bastante gordos y varias libretas que contienen información muy comprometedora de varias personas. Sin dudarlo un momento, lo primero que coge es la libreta que contiene su información.

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