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May
Off

La Oscuridad Creciente

Billy está de pie, en medio de la habitación, mirando al suelo con la mirada perdida. DING DONG, el timbre suena y saca a Billy de su ensimismamiento. Se pregunta quién puede ser. Sigilosamente se acerca a la puerta de la habitación, que estaba entornada, y desde allí observa cómo la  puerta de entrada de la casa se abre y entra una mujer. Es posible que sea la asistenta de la casa, piensa. ¿Debería salir y decirle algo o mejor me quedo aquí? Si salgo sabrá que he estado en la casa. Podría inventarme alguna historia para justificar mi presencia. Por ejemplo, que los vecinos me han llamado para que les ayude a arreglar algo. Aunque puede que suene extraño que haya venido a arreglar algo cuando ellos no están. Pero si no salgo y la asistenta entra a la habitación de al lado descubrirá el cadáver de Rose en el suelo. Eso sería incluso peor.

La indecisión atenaza a Billy de tal manera que lo único que puede hacer durante unos minutos es quedarse detrás de la puerta escuchando, temiendo a cada momento que la asistenta entre en la habitación y descubra el cadáver. Al final opta por salir. Se coloca delante de la puerta de la habitación donde está el cuerpo de Rose, bloqueando el paso, y le explica a la asistenta que los vecinos no están en este momento pero que le han dejado a él a cargo de la casa hasta que vuelvan. La asistenta asiente sin parecer que le importe mucho la consistencia de la excusa, y sigue a sus cosas. Una vez que ha acabado sus tareas, la acompaña a la puerta y la despide de manera cortés.

Al rato, Billy sale de la casa y camina en dirección a su coche que está aparcado en la rampa de entrada de la casa. El cuerpo de Rose ya está en el maletero. Avanza por el jardín hacia un punto en el que el seto forma una especie de puerta, algo así como un arco vegetal. Conforme Billy se aproxima al arco, una oscuridad creciente va envolviéndole hasta que llega un momento en el que camina a ciegas.

Tras conducir durante unos 20 minutos en dirección norte, llega a la desviación que lleva al sitio que solo Billy conoce. Aparca donde siempre suele aparcar, en un punto en el que las rodadas de neumáticos se pierden en el camino. Camina durante un largo rato y llega a un punto en el que los árboles se juntan de tal manera que forman un arco vegetal. Billy anda hacia el arco y conforme camina, de nuevo una oscuridad va envolviéndole hasta que no ve nada. Sigue avanzando, a oscuras, y al franquear el arco la oscuridad se va desvaneciendo progresivamente. Está en el claro del bosque donde ha enterrado el resto de cadáveres. Un sitio familiar pero que solo él conoce.

Billy vuelve al pueblo a comprar unas cosas que necesita. Después de salir de la tienda, justo cuando va a subirse al coche, dos policías del condado le detienen. Le preguntan si pueden hacerle unas preguntas, a lo que él contesta que estaría encantado. Le preguntan por su paradero el día en el que Rose desapareció. Él les contesta que estaba solo en casa, descansando. Los policías se miran, y tras hacer extrañas muecas, le indican que se suba al coche y que arranque, que ellos le siguen.

Billy se sube al coche, mete las llaves en el contacto y arranca. Avanza lentamente por la calle principal del pueblo. La travesía se le hace larguísima. Llega a la incorporación a la carretera principal, se pone en el carril de aceleración pero no logra incorporarse a la carretera. Largos camiones con ruedas gigantescas empiezan a pasar uno detrás de otro a toda velocidad. Más que camiones parecen casas rodantes, piensa Billy. Tiene que esperar a que la interminable caravana de camiones pase para poder continuar con su camino.

Tras conducir un rato, seguido de cerca en todo momento por el coche de los dos policías, llega a un aparcamiento de lo que parece ser una feria de agricultura. Detiene el coche, se baja y espera a que los dos agentes se le aproximen. Le dicen que es una feria de venta de vehículos. Su automóvil va a ser subastado hoy. Billy, horrorizado, piensa que si subastan su coche es muy probable que alguien lo compre, y cuando esa persona abra el maletero, descubrirá el cadáver. De hecho, seguramente la persona que lo compre abrirá el maletero nada más comprar el coche, para asegurarse de que todo está en orden. ‘Yo haría lo mismo. Ese será el momento en el que se descubra todo y me detengan’, se dice a sí mismo. Billy, acompañado del brazo por los policías, se acerca al escenario donde la subasta está teniendo lugar. Sin ser totalmente consciente de lo que está pasando, mira atónito cómo el subastador hace girar una ruleta para el siguiente sorteo. El objeto que se subasta es su coche. La suerte está echada para Billy. La ruleta ya está girando.

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