De Bellavista a Muelle Barón
Valparaíso no deja de sorprenderme. Las sorpresas que te depara la ciudad te esperan a cada paso, a cada vuelta de esquina. Valparaíso fue designada puerto comercial el 3 de Septiembre de 1544, durante la “conquista de Chile” llevada a cabo por Pedro de Valdivia a petición del propio Pizarro. Siendo no más que un pequeño pueblo portuario durante gran parte de su historia, fue solo a partir de 1810, año en el que puede decirse que se dan los primeros pasos en la independecia de Chile, cuando empieza a configurarse propiamente como una ciudad. Valparaíso es muchas cosas: ciudad portuaria, ciudad construida sobre cerros de infinitos colores, ciudad laberíntica de incontables calles, placetas y callejones, ciudad de la que partió la Expedición Libertadora del Perú en 1820 formada por rioplatenses, chilenos y peruanos, inicio de la era de las independencias en América del Sur, ciudad suspendida donde reina a días la vaguada, ciudad donde a veces llueve ceniza.
Darse un paseo en Valparaíso por las calles que van de la estación Bellavista a Muelle Barón es como montarse en una máquina del tiempo. Es como volver a caminar por una ciudad del medievo. En ese kilómetro y medio se agrupan una infinidad de comercios de muy distintos tipos pero perfectamente separados en grupos, como si de calles de artesanos perfectamente delimitadas se tratara. En muchas ciudades esa separación comercial de antaño aún podemos reconocerla por los nombres de algunas de sus calles. Por ejemplo, en el barrio del Albaicín en Granada podemos encontrar la Calle Panaderos (persona que tiene por oficio hacer o vender pan), la Calle Almireceros (persona que tiene por oficio hacer o vender soportes de madera para colocar el almirez), la Plaza de los Yesqueros (fabricante o vendedor de yesca), la Calle Pernaleros Alto y Pernaleros Bajo (persona que trabaja el pernal), la Placeta Alpargateros (persona que hace o vende alpargatas) o la Cuesta de Abarqueros (persona que hace o vende abacas, calzado de cuero o de caucho que cubre solo la planta de los pies y se asegura con cuerdas sobre el empeine y el tobillo).
Sin embargo, en Valparaíso esa segmentación por gremios aún está totalmente presente, no en los nombres de las calles, ya que muchas hacen referencia a figuras históricas, sino en la misma distribución de los comercios. En San Ignacio y Simón Bolívar, entre Victoria y Pedro Montt, vidrierías; en San Ignacio entre Avenida Colón e Independencia, funerarias; en Independencia entre San Ignacio y Avenida Francia, tiendas de muebles; en Independencia y Pedro Montt, entre Rodríguez y Freire, tiendas especializadas de materiales deportivos; en Victoria entre Avenida Francia y Morris, tiendas de telas; en Condell, desde Bellavista hasta Eleuterio Ramírez, tiendas de calzado. Y esto es solo, supongo, una pequeña parte, una pequeña muestra, solo aquello que he podido ir observando en las idas y venidas por las calles que se distribuyen en ese escaso kilómetro y medio que va desde la estación de Bellavista a Muelle Barón. Seguramente aún quedan muchas calles dedicadas a muchas actividades comerciales específicas que aún no he visto. Seguro que aún quedan muchas otras cosas que descubrir en esta gran ciudad que es Valparaíso. Aún quedan muchos rincones y secretos que espero pueda descubrir y compartir con todo aquél que quiera descubrirlos.