14
Sep

Comida y Arte 1: ¿Puede ser bella la comida?

El otro día subí al Pirineo con un@s muy buen@s amig@s. No sé si habéis estado alguna vez, pero el Pirineo es un sitio maravilloso. Puede describirse con muchas palabras: agreste, insondable, acogedor, abrumador, espacioso, verde, muy verde, pero también bello, muy bello. Una de las noches la pasamos en el refugio de San Nicolás de Bujaruelo, un sitio espectacular. En su restaurante tuvimos la ocasión de degustar un exquisito manjar: una hamburguesa de carne de ternera criada a pocos kilómetros de donde estábamos, en completa libertad y alimentada con los más verdes y frescos pastos pirenaicos. ¿Cómo resistirse a tal manjar? Misión imposible. Así que pedí una hamburguesa clásica, sin esas mierdas extra del huevo y del bacon, que lo único que hacen es enmascarar el sabor de la carne. Cuando en un sitio de comida rápida dudas de si estás comiendo carne de rata, es mejor que la hamburguesa lleve muchos ingredientes. Sin embargo, cuando la carne es de una calidad excelente, es mejor que lleve lo justo: un poco de tomate, lechuga y cebolla para proporcionar al conjunto el contrapunto de frescor necesario. Respecto a la mayonesa estoy abierto a consideración. Respecto al ketchup, ni pensarlo, atentado gastronómico, a no ser que estés comiendo carne de rata.

El deleite al comer la hamburguesa fue tal que no puedo describirlo. Empecé a buscar palabras para describir la hamburguesa y de pronto una saltó a mi mente: ‘belleza’ ¿Acaso no es comparable el deleite sentido al comer un manjar con el deleite que siento cuando escucho una canción que me emociona o al ver un cuadro que me entusiasma? En otras palabras, ¿podemos atribuir belleza a la comida en el mismo sentido en el que atribuimos belleza a obras de arte? Tradicionalmente se ha pensado que no por varias razones. Primero, cuando atribuimos belleza a un cuadro o a una sinfonía siempre existe una experiencia que involucra un proceso reflexivo sobre la propia obra. Al contemplar un cuadro, por ejemplo, la gente suele tomarse su tiempo para observarlo con detenimiento y considerar el peso de diversos factores. Al contrario, cuando comemos algo el sabor impacta en nuestro paladar y al instante sabemos si la comida en cuestión nos gusta o no. Segundo, a diferencia de un cuadro, una escultura o una pieza musical, que una vez creados pueden ser observados o escuchados una infinidad de veces, cuando nosotros comemos algo, lo consumimos, lo agotamos. Al ingerirlo desaparece, y ninguna otra persona tiene ya acceso a él. Es cierto que podemos repetir el plato, siguiendo la misma receta, pero el resultado final del proceso no será el mismo objeto. Dos ejemplares distintos de una misma receta, pero no por ello necesariamente con las mismas características.

Estas diferencias han hecho que tradicionalmente se haya entendido que no puede atribuirse belleza a la comida, pero sigue habiendo muchos interrogantes y preguntas sin contestar que hacen que el tema no esté cerrado, sino abierto a debate. En la próxima entrega analizaremos algunas de estas preguntas.

 

Fotografía de #Vagabundo; Texto de #Faraón

Etiquetas:

Translate »